viernes, 1 de diciembre de 2006

DERECHOS DE AUTOR

“El que miente sobre su vida, acepta que su vida ha sido una mentira”

Cuando se pregunta por los autores de “La Bamba”, varios músicos intentan adjudicárselo, incluso algunos extranjeros, lo cual resulta risible en un son jarocho tradicional, caracterizado por la improvisación en su versada.

Lo mismo sucede con los sones huastecos, la mayoría de los cuales fueron creados por autores desconocidos, trasmitidos a través de varias generaciones, cantados con diferentes versos cada vez que son interpretados y finalmente registrados y adjudicados por algún pseudosautor al momento de ser grabados en un disco por primera vez.

De esta manera he tenido conocimiento de varios supuestos autores del Querreque, el más representativo de los sones huastecos, dado a conocer por Pedro Rosa violinista de Xilitla, San Luís Potosí y popularizado por el Trío Chicontepec en la voz de Willebaldo Amador quién por primera vez lo interpretó con versos corridos, le cambió el tono del canto haciéndolo más accesible para cualquier cantante y lo dotó de la picardía que le es característica y que le da singularidad.

Lo mismo podemos decir de sones como La Petenera, La Rosa, La Azucena, El Caballito, El Caimán, El Cielito Lindo, entre otros, los cuales se han adjudicado gentes con el pretexto de que las editoras de disco necesitan el nombre de algún autor, siendo que debieran ser registrados como “dominio público” o “autor anónimo” o “autor desconocido” ya que uno de los valores de la música de la huasteca en ser enriquecida con la variedad de versos que componen los ejecutantes de la misma.

Así, una de las características del buen cantador de son huasteco es su capacidad de conocer e incluso improvisar gran variedad de versos, así como los músicos quienes imprimirán su sello personal en los dibujos del violín o el rasgueo de la huapanguera y la jarana.

En conclusión una de las riquezas del son huasteco, es la libertad de poder interpretarlo al gusto propio, jugar con sus versos, para proyectar sentimientos personales, o incluso trovar, improvisando versos sobre las peculiaridades de cada persona asistente a una fiesta huasteca, a las circunstancias del lugar donde uno ha nacido, ha vivido o se encuentra en ese instante o incluso a alguna situación social de moda. De esta manera, el son huasteco permite a los interpretes del mismo, ser autores y compositores al momento de ejecutarlo, haciéndose de esta manera coautor de los mismos, de modo que los autores del son huasteco somos todos aquellos que tocamos, cantamos o sentimos con sus sonidos.